La reformulación de los modelos de desarrollo descansa fundamentalmente en una redefinición sectorial de lo rural con una mirada integral de territorialidad y multifuncionalidad de la agricultura.
En buena hora, el tema comenzó a debatirse en un escenario como los ‘Diálogos del Sur’, promovido por organizaciones de la sociedad civil, para preparar el postconflicto. El mismo concepto, analizado en el pasado Congreso Cafetero, permitirá la formulación de políticas públicas de atención a millares de familias campesinas, más allá del simple tema agropecuario.
El territorio emerge entonces como una categoría de análisis y como una propuesta política sobre el mundo rural más allá de los límites convencionales, con un enfoque integral.
La nueva ruralidad, la multifuncionalidad de la agricultura y el desarrollo territorial constituyen tres nociones que rompen las concepciones tradicionales del mundo rural y amplía por supuesto, las fronteras entre lo urbano y lo rural, con todas las implicaciones sociales, económicas y políticas que encarna.
Es un reconocimiento del carácter pluriactivo del mundo rural, productivo y ocupacionalmente diverso, donde confluyen problemáticas sociales, laborales, estructuras excluyentes, atributos económicos, sociales y culturales que lo diferencian tajantemente de lo urbano, pero con inequidades más graves.
La multifuncionalidad de la agricultura empieza a ser un tema de relevancia, en el postconflicto, como la ruralidad en el diseño de las nuevas políticas públicas. No en vano, el plan estratégico presentado por los cafeteros, aborda temas que jamás se habían tocado para millares de familias campesinas.
La inclusión social, la reducción de la informalidad laboral, el sistema pensional, la seguridad social, la afiliación a riesgos profesionales comienzan a incluirse en una agenda pública para la comunidad rural.
El campo, clave en las negociaciones de paz, constituirá la base de un nuevo contrato social, soportado en una realidad, más allá de la sola actividad agrícola. Y tendrá una visión estructural, donde conviven problemas ambientales, territoriales, políticos, sociales y culturales. Una categoría de análisis que comienza a emerger con los graves problemas del campo. Esa otra realidad debe incluirse en la agenda pública, como un primer paso para alcanzar la paz.
Si el campo, el más abandonado, ha sido cuna de la guerra, también debe ser, por su misma esencia, escenario fundamental para construir la paz.
La Federación Nacional de Cafeteros dio un primer paso para fortalecer el dividendo social para los productores. En este orden, más que un tema del café, se habla de grandes retos de la caficultura, como un componente social, donde se construyen granos de riqueza nacional.
“Si el campo, el más abandonado, ha sido cuna de la guerra, también debe ser, por su misma esencia, escenario fundamental para construir la paz”.
EDITORIALITO
Con aportes de la Electrificadora del Huila y las alcaldías, se prepara el alumbrado navideño en varias localidades. Importantes, pero tímidos. Neiva, capital de la oscuridad, requiere más iluminación, incluso para enfrentar la inseguridad. ¿Dónde están los aportes de Diselecsa, que disfruta del más grande y leonino contrato?